La formación del psicoanalista no se limita a la lectura y el estudio  de unos textos. Freud establece un trípode compuesto por el análisis personal, el control o supervisión de los casos  y el estudio exhaustivo de la teoría. Estos tres puntales de la formación siguen vigentes hasta nuestros días, y a ello se le agregan el cártel y el pase propuestos por Lacan.

Estos requisitos indispensables se deben a que el psicoanalista trabaja con el sujeto del inconsciente y con la subjetividad que, al no ser medibles, exigen una gran precisión en la definición de los fundamentos de base para la práctica clínica.

Se trata de una clínica particular, en la que es necesario el anudamiento del saber teórico y clínico a fin de dirigir la cura caso por caso. Por este motivo hablamos de una formación permanente, pues cada caso y cada momento social nos interrogan y nos confrontan.